Esta pequeña ciudad holandesa, situada a sólo 40 kilómetros de Ámsterdam, rebosa encanto gracias a sus canales y calles, a sus pequeños comercios y coquetos cafés, y a su incesante vida. Entre sus principales señas de identidad está la torre del Dom, la más antigua y alta de Holanda, que un tornado separó de la catedral en el siglo XVII y que no puedes dejar de visitar. Sus 465 escalones no sólo te dejarán el recuerdo de unas más que probables agujetas, sino también una experiencia única: la de deambular por el interior de un campanario y la de disfrutar de las vistas de esta cautivadora ciudad desde una altura de 112 metros. Toda una Vuelta Abierta.
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